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La mirada del futuro

La sevillana está en boca de todos tras su merecido Goya por ‘La voz dormida’.

el 26 feb 2012 / 18:10 h.

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  • Cuentan que es mujer muy de su casa, que cuando no anda de ensayos, rodando o viajando, se desquita poniendo monumentales ollas para sus amigos, tendiendo o simplemente “organizando”, como le gusta decir, aunque invariablemente termine disfrazada de cualquier cosa y bailando viejos éxitos de Marisol.

    Cuentan que se emociona fácilmente, y no es la primera vez que se pasa la mañana llorando ante el programa de Ana Rosa, pero también puede reírse a carcajadas de sí misma. Es capaz incluso de llorar y reírse al mismo tiempo, lo que le facilitó mucho su magistral interpretación del personaje de Pepita en La voz dormida, el filme de Benito Zambrano con el que ha irrumpido, y de qué manera, en el cine español.

    Si el año pasado la Concha de Plata del Festival de San Sebastián a la Mejor actriz ya sirvió para llamar la atención sobre ella, el Goya a la Mejor actriz revelación ha sido el espaldarazo definitivo de una profesional que, a sus 27 abriles, promete aún dar muchas alegrías a los espectadores.

    De ella dicen quienes la conocen bien que es inteligente, rápida y espontánea hasta decir basta, tanto que no se las piensa: dice las cosas como le vienen a la cabeza, sin aditivos ni colorantes, pero la conocida nobleza heredada de los León la pone siempre a salvo de situaciones embarazosas.

    Lo mismo con su humor. Cuentan que es capaz de decir cosas como “ayer vi a Juan Diego estupendo en la película esa... Independest day” –en vez de Casual day– y que nadie sea capaz de llevarle la contraria, todos absortos en las candelas perpetuas que tiene a cada lado de la nariz.

    No sabemos de quién heredó esos ojos hechiceros, capaces de encender cigarrillos sólo con fijar un poco la mirada, pero sí de quién le viene esa afición al flamenco que le permite arrancarse con solvencia por alegrías de La Perla o fandangos de El Gloria en cualquier sarao: de su padre, apodado El Tirantas, aunque ella suele citarlo como El Artista.

    Lo de ella con su hermano Paco, a la sazón actorazo con el que ha compartido créditos en la popular serie Aída, es más que amor, frenesí, y resultaba cómico ver a María como Pedro por su casa en la gala de los Goya, mientras él estaba hecho un manojo de nervios.Afincada en Madrid desde hace siete años, pero con la cabeza y el corazón bastante inclinados hacia su Sevilla natal, cuentan que tiene la línea telefónica como perpetuo cordón umbilical, de tal suerte que habla con su madre de diez a doce veces diarias, ríanse ustedes del guasap ese. Veces ha habido, aseveran algunos, en que se han quedado dormidas a la hora de la siesta, una a cada lado del teléfono, mientras flotaba en el aire la melodía de Amar en tiempos revueltos.

    Se atribuye a la genial Mayte Sandoval, de Los Ulen, una de las definiciones más surrealistas –y no sabemos hasta qué punto certeras– de María León: “Es un maricón de 60 años atrapado en el cuerpo de una niña”. Cuerpo, dicho sea de paso, que veneran los voyeurs de internet en no pocos foros, y que algunas prestigiosas firmas de moda ya se están disputando para ganar puntos sobre la alfombra roja.

    De ella cuentan éstas y otras muchas cosas, pero quizá no hay que otorgarles demasiado crédito. Lo único seguro, lo irrefutable, es la vida que transmite en la pantalla. Ese talento del que –¡ya era hora!– todo el mundo habla.

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