Cofradías

Los hombres de la caña

Un libro recopila por primera vez historia y anécdotas de la dinastía de encendedores Santizo

el 15 mar 2014 / 23:23 h.

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Manuel Santizo García, tercera generación de la saga, dando lumbre con una caña al altar de cultos de laSoledad de San Lorenzo en una foto del álbum familiar. / El Correo Manuel Santizo García, tercera generación de la saga, dando lumbre con una caña al altar de cultos de laSoledad de San Lorenzo en una foto del álbum familiar. / El Correo La historia comienza en 1878. En este año nace José Santizo Roldán, patriarca de una de las dinastías de encendedores de pasos más longeva y reconocida de nuestra Semana Santa. En la actualidad van ya por la cuarta y quinta generación, según la rama del árbol genealógico que se consulte. Durante más de un siglo, han creado escuela a la hora de alumbrar una imagen y forman parte indisoluble de las hermandades sevillanas, en las que además han desempeñado otros roles, como sacristán, acólito y oficial de juntas. Ahora un libro recoge por primera vez el legado de estos abnegados hombres de la caña. La saga de los Santizo (Editorial Jirones de Azul) es una publicación escrita por Miguel Ángel Santizo Rodríguez que se presenta el día 26 en la Fundación Cruzcampo (20.30 horas). Su autor, biznieto del primer Santizo encendedor, ha dedicado este último año a bucear en archivos parroquiales, documentos de hermandades y legajos del Arzobispado para recomponer la historia de esta emblemática familia, localizada en sus orígenes a la collación de San Román y la Puerta Osario:«Mi bisabuelo encendía las farolas del Centro y era sacristán de la capillita de San José. De la unión de ambas cosas, creó a principios de siglo pasado la figura del encendedor de pasos», explica Miguel Ángel. Es Santizo Roldán, quien con sus seis hijos, monta las primeras cuadrillas de encendedores y acólitos profesionales «abarcando todas las cofradías» en los años 30. Entre los llamados «Santizos destacados» que se nombran en las más de 240 páginas del libro, hay que subrayar el nombre de Manuel Santizo García, nieto del fundador, exhermano mayor de Torreblanca y hasta hace unos años sacristán del santuario de los Gitanos, su hermandad de cuna. Manuel debutó con apenas 16 años: «El primer paso que encendí fue el del Señor de la Sentencia. Ya, de palio, el de la Virgen del Rocío en 1961», rememora «con añoranza» aquellos comienzos al lado de su padre Miguel, «un hombre poco hablador» del que nunca dejó de aprender: «Lo esencial es tener un buen pulso, porque si se mueve la mano, malo. Pero también influye una buena cerilla, el pabilo y el temido viento», explica mientras dice que en Semana Santa hay días que «coge la calle y no la suelta». Él y su hijo Miguel Ángel ha servido a muchas hermandades. Actualmente están en el Dulce Nombre de Bellavista, Torreblanca –su actual barrio de residencia, San Roque –de la que también son hermanos–, Polígono de San Pablo, San Esteban, San Bernardo, Carretería y la Soledad de San Lorenzo. De otro lado, la rama de la saga que parte del hermano de Manuel, José Santizo García y sus hijos José y Sergio, también aparece en la obra. A estos corresponde alumbrar los pasos de la Milagrosa, La Cena, la Estrella, la Redención,SanBenito, la Sed, el Baratillo, las Siete Palabras, los Negritos, la Esperanza de Triana, el Gran Poder, La O, el Cachorro y la Trinidad. A este listado de más de 20 corporaciones en las que actúan, hay que sumarle sus incursiones en las hermandades de gloria, en la provincia y hasta en Huelva. En ésta última, Manuel recuerda con cariño dos algunas anécdotas de sus años de servicio a las cofradías. La primera, en 1991, al ser requerido por el palquillo de la Carrera Oficial onubense al paso de la Oración en el Huerto. «Aplaudieron al ver el palio completamente encendido y me felicitaron porque decían que era la primera vez que lo veían así. Fue una gran satisfacción», señala quien tiene en su haber varios reconocimientos, como la Medalla del Curso de Temas Sevillanos (1995) y el Giraldillo de Honor (2011), así como otros tributos extensibles a toda la familia, como el Nazareno de Plata en 1982 y el Premio Demófilo. La segunda de las anécdotas está relacionada con el cardenal y arzobispo emérito de Sevilla en una ceremonia en Villarrasa en la que Manuel ejercía de monaguillo:«Cuando le ofrecí el incensario, me dijo ¿cuándo vamos a coronar a la Virgen de Torreblanca? No supe reaccionar». Amigo Vallejo escribe el prólogo junto al periodista Fernando Carrasco. El prelado señala «el servicio a Dios con humildad» de los Santizo, que también han estado en fundaciones de hermandades, como la Resurrección, el Dulce Nombre y la Redención.

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