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Cultura

Paco de Lucía, la escuela del asombro

El simposio dedicado al genial guitarrista arranca en Fibes con un animado coloquio entre colegas de varias generaciones, como Cañizares, Viejín, Dani de Morón o Paco Cepero.

el 22 sep 2014 / 21:48 h.

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¿Cuál fue el disco de Paco de Lucía que cambió tu vida? ¿Fue Fuente y caudal, Siroco, Solo quiero caminar, Almoraima, Luzía...? La pregunta se planteó ayer a seis guitarristas invitados en la jornada inaugural del simposio dedicado al genio algecireño, que acogerá el palacio de congresos Fibes hasta el próximo viernes. El consenso alrededor de un título fue imposible, entre otra cosa porque Paco es una galaxia demasiado vasta para quedarse solo con un lucero.

«Fue un buscador y un trabajador inagotable, que mostró el camino a todos los demás», recordaba su sobrino José María Banderas. «Todo lo nuevo que sacaba, los demás lo pillaban rápidamente. Al final, decía: ‘Lo único que me preocupa es que, si me equivoco, vienen todos a equivocarse detrás mía’».

«Si nos juntáramos todos los guitarristas de la Tierra, no llegaríamos adonde llegaba Paco. Siempre fue por delante de todos», comentó otro de sus antiguos acompañantes, José Jiménez El Viejín. «Cada disco suyo es un modo distinto, hasta el punto de que muchos se preguntaban, pero bueno, ¿este de qué va?»

También hubo tiempo para analizar algunas características de su toque. Dani de Morón, que estuvo con el algecireño en la gira de Cositas buenas, destacó el modo en que Paco enloqueció a los guitarristas acentuando los tiempos débiles, lo que creaba tensiones rítmicas más que estimulantes. También habló del modo en que «todas sus falsetas se pueden tararear, era la obsesión de todos sus discos. Ha sido la banda sonora de nuestras vidas».

Banderas recordó también que tras grabar Luzía su tío le confió con buen humor:«Has visto que estoy tocando flojito. La mano que hay que apretar es la izquierda, no la derecha. Pero verás que ahora, cuando me escuchen, van a decir: mira, Paco está viejo», dice que dijo.

«Es cierto, aseguraba que no había que tocar fuerte», agregó Viejín. «Decía que si das una nota muy alta, te será muy difícil resaltar otra, a menos que le des con un martillo». Pero quienes recuerdan la guitarra Conde Hermanos del año 74 que usaba para sus conciertos, aseguran que «estaba durita, había que darle fuerte».

Otro veterano compadre como Paco Cepero evocó al precoz FranciscoSánchez que «con 14 años ya tocaba como el que inventó la guitarra, y se fue con la mentalidad de un niño de cinco años. En sus inicios ya veíamos lo que sería capaz de hacer, no fallaba ni una. Llegamos a decirle: Paco, estás desvirtuando a todos los guitarristas».

También se refirió el jerezano al contraste entre el talante sufridor , casi trágico, del monstruo –«el peso de la responsabilidad fue un precio muy caro, porque tenía a millones de criaturas pendientes de lo próximo que hiciera»– y su conocido costado bromista. «Le gustaba el age. Cuando se enteraba de que yo tocaba, venía y se sentaba en la primera fila, para ponerme nervioso. Otra vez que fui a Algeciras a un concierto, hablamos por teléfono y me dijo: ‘¿y no te da vergüenza venir a tocar a mi pueblo?’ Y una noche de copas en Londres, me quedé dormido, y me echó en la bragueta un tubo de pegamento Imedio. Pero luego me vengué y le eché yo otro en el pelo, con lo que le preocupaba», rió Cepero, quien también confesó que lloraba cuando pedía a Paco que le tocara la rondeña si se hallaban lejos de sus hogares.

También quisieron los músicos recordar cómo era Paco de Lucía en escena, aquel centrocampista que sabía repartir juego y comunicarlo todo a través de las miradas. «Era un diálogo musical», afirmó Juan Manuel Cañizares. «Siempre tuvo claro que no se trataba de hacer música, sino de vivir una experiencia artística y estética. Una forma de arte, no una competición atlética. Y en este sentido sus miradas eran siempre de complicidad».

«Exigía mucho, pero no asustaba cuando te hablaba con los ojos», evocó Banderas. «Una vez estábamos tocando los tres, Paco, Cañizares y yo, y Paco reparó en una mujer que se había quedado dormida en primera fila. ‘Vamos a mirarla los tres’, nos dijo. Imagínate la impresión de la señora, cuando se despertó».

«Fue la voz de un pueblo entero», intervino Juan Carlos Romero. «La gente se identificaba con su música, sabía que ahí estaba la verdad». Cañizares agregó: «Nos ha enseñado asombrándonos. Ha merecido la pena vivir por escuchar su música y compartir algunos momentos con él». Y con él, Viejín: «Nos ha tocado la suerte de conocer al músico más grande de todos los tiempos».

Por su parte, Cepero aseguró que «Todos nos tenemos que morir, pero Paco va a ser eterno», dijo. Y Banderas apuntó a renglón seguido: «Fue el minero que durante años cavó el solo el camino, los demás íbamos detrás. Ahora que se nos fue el titán, tenemos que seguir haciendo el trabajo», apostilló.

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