Cultura

"Para muchos la poesía es armadura. Para mí es abrigo"

La colección Vandalia de la Fundación José Manuel Lara publica ‘Ser sin sitio’, el nuevo poemario del malagueño Álvaro García.

el 14 abr 2014 / 21:59 h.

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ALVAROGARCIALos poetas han creado un gueto, un lenguaje para iniciados. Yo no busco una poesía para los poetas». Son palabras de Álvaro García (Málaga, 1965), autor de reconocida trayectoria que regresa a los anaqueles de novedades de la mano de la colecciónVandalia de la fundación José Manuel Lara con Ser sin sitio, «mi libro más físico, y a la vez el más espiritual», subraya. Hay en estas páginas, en efecto, «mucha carnalidad, mucho sexo de ascensor, de cama, mucha ropa tendida», comenta el autor, quien se desata en versos como estos: «Contigo en esta altura que me imanta/ este saberte a ti entre su energía,/ aquí el lugar sin sitio me confía/ aire de tu pasión, secreta y tanta...». «Pero el temblor lo encuentro en mí, y en mucha gente que está pero no está: los muertos y los que aún no han nacido», dice refiriéndose, por ejemplo, a su poema Ante la tumba de Jane Bowles: «Aquí por sus palabras y su vida/ la muerte no domina nada, el resto/ de un cuerpo que descansa de la huida/ y ya no tiene miedo y nada tiene...» Palabras que aproximan al lector a una obra sensiblemente distinta a la que el malagueño venía desarrollando en sus últimos libros, sobre todo en el tríptico formado por Caída (2002), El río de agua (2005) y Canción en blanco, que le valió el premio Loewe en 2012: un ciclo de «poemas hipnóticos» que se prologó diez años. El editor de este volumen, Ignacio Garmendia, define Ser sin sitio como «un poemario de madurez, que transmite una gran sensación de encrucijada, en el sentido de camino abierto», comenta, al tiempo que destaca «esa poesía desnuda, muy depurada, marcada por la sencillez expresiva a la vez que por la profundidad. Álvaro García apuesta por la transparencia, pero no es minimalista», matiza. En Ser sin sitio se revela un García más contenido en cuanto a caudal expresivo, y a la vez más concentrado en buscar el golpe al lector, una poesía escrita mientras trataba de encontrar un proverbial equilibrio. «Para muchos la poesía es armadura, o disfraz. Para mí es, fundamentalmente, abrigo.Ha sido mi ansiolítico», declara el autor, quien va más allá en la reflexión sobre su oficio, para defender una forma de ser poeta «más cercana al detective que al juez. El poeta observa las cosas pequeñas, da datos, a la manera de los exempla de la Antigüedad, pero no juzga». «Esta cama que ha sido la de un perro/ de compañía y él sin compañía,/ almohada abrazada, noche fría,/ mantas que alguna vez fueron mi entierro...», recita el malagueño, que dice buscar siempre «esa fisura por la que la vida te hace pasar, y que en ocasiones incluso te apetece vivir en ella». Como también posee un amplio bagaje como traductor de autores como Auden, Philip Larkin, Margaret Atwood, Rudyard Kipling o Ferlinghetti, cabe preguntarse qué aporta el traductor García al poeta de Ser sin sitio. «Traducir es un trabajo humilde y exacto, mezcla de investigación y creación, y todo acaba quedando disuelto en el artefacto final. Traducir es la gimnasia del escritor que pone el cuerpo en forma. Siempre he dicho que no hay que estudiar poesía, hay que leer y traducir. De alguna manera, toda la cultura es traducción», afirma. Y para resaltar los benéficos efectos de este ejercicio pone como ejemplo su trabajo sobre Shakespeare, que le inspiró en parte el ramillete de sonetos que compone el cuerpo central del libro. «Shakespeare tiene siempre encanto, tiene potencia y un puntito de exageración, y el resultado de mezclarlo todo es una emoción compacta», concluye García.

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