Cultura

¿Por qué Sawa no ganó a la ruleta?

Tuvo, como dijo Valle-Inclán, "un final de un rey de tragedia, loco, ciego y furioso", pero soñó una vida mejor jugándose su suerte en los casinos. Alejandro Sawa, escritor y personaje literario, fue el protagonista de la última mesa redonda del ciclo Bohemia y literatura.

el 16 sep 2009 / 03:10 h.

Tuvo, como dijo Valle-Inclán, "un final de un rey de tragedia, loco, ciego y furioso", pero soñó una vida mejor jugándose su suerte en los casinos. Alejandro Sawa, escritor y personaje literario, fue el protagonista de la última mesa redonda del ciclo Bohemia y literatura.

La profesora Amelina Correa, autora del libro Alejandro Sawa, Luces de bohemia -premio de biografías Antonio Domínguez Ortiz 2008- fue la encargada de inaugurar esta cita de clausura, ofreciendo al numeroso público algunas pinceladas de la vida de aquel sevillano genialoide cuya producción literaria ha quedado oscurecida por lo imponente de su leyenda.

En la presentación del acto, el coordinador del ciclo, Alfredo Valenzuela, lamentó que el minucioso estudio de Correa haya desmentido uno de los mitos más divulgados de Sawa, el hecho de que nunca se lavara la cara después de un beso de Víctor Hugo.

Entre otras cosas, Amelina Correa recordó el modo en que Alejandro Sawa, fascinado por los juegos de azar, empezó a partir de 1895 a frecuentar casinos, arguyëndo que poseía un método infalible para hacerse rico. "Ese método era, como se vería, un fracaso", señaló la biógrafa. "No tenía dinero, pero sí don de palabra, y llegó a convencer a varios pudientes, socios capitalistas, para que viajaran con él a Bélgica y probaran su sistema".

Esta curiosidad de la vida de Sawa justificaba ayer la presencia en la mesa de Gonzalo García-Pelayo, productor musical que cobró fama mundial como inventor de una fórmula infalible para ganar en la ruleta. "Sawa nació como yo, en Sevilla, y murió muy cerca de donde yo vivo ahora en Madrid, en Conde Duque. Llama la atención que fascinara a Valle-Inclán, que precisamente estaba acostumbrado a fascinar a la gente", comentó.

Como Sawa, García-Pelayo también viajó, años atrás, por Centroeuropa, visitando con su equipo de trabajo el casino que habrían de desplumar. No fue en Bélgica, sino en Ámsterdam, donde comprobaron con 50 millones de pesetas contantes y sonantes el éxito de sus cálculos.

"Lo que fascina del juego es cómo se toca lo eterno de dos saltos", explicó el especialista. "la ruleta es un dado con 37 caras, y eso es precisamente lo que atrae a los artistas del juego".

García-Pelayo, que dijo participar a diario en las más insospechadas apuestas, "con ingenieros que por la mañana diseñan satélites y por la noche juegan conmigo", quiso especular sobre el fracaso lúdico del autor de Iluminaciones en la sombra.

"Sawa no quería contarlo, seguramente convencido de que era de veras infalible, pero yo sí escribí mi sistema en un libro. Supongo que lo suyo sería una de las famosas martingalas, la idea de que cuando un número no ha salido en mucho tiempo tiene que salir, y que por suerte un amigo me quitó pronto de la cabeza", dijo. "La ruleta tiene 18 rojos y 18 negros, pero está el cero: tienes en contra 18 y medio, y ese medio es imposible derrotarlo".

Por último, el escritor Mauricio Wiesenthal elogió en Sawa el hecho de "enfrentarse a la incógnita del destino sin poder ver su matemática", y recordó su propia experiencia como jugador.

También evocó a Valle-Inclán, con imitación de acento incluida, en aquella frase formidable, "no hay nadie que fantasee el sentido de la gloria como Sawa", y concluyó aseverando que "Sawa nunca quiso hacerse trampas a sí mismo, jugó siempre con la lealtad del hombre que pone su vida, su esposa, su propia hija; el hombre que pone todo lo que es sobre el tapete", dijo.

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