Feria de Abril

Una fiesta para tomarla sorbito a sorbito

La crónica de la jornada. El termómetro centra la atención y reorganiza a los visitantes. Éxito a media tarde tras el almuerzo, para evitar el calor y sortear la crisis.

el 06 may 2014 / 13:36 h.

Ambiente en el Real de la Feria este martes. / Foto: Pepo Herrera Ambiente en el Real de la Feria este martes. / Foto: Pepo Herrera   FOTOS. Ambiente del martes en la Feria   Un grupo de amigos, rebujito en ristre, caseteando de un lado a otro, a las cuatro de la tarde. Uno de ellos hacía equilibrios y se abría paso entre los volantes de las flamencas con las manos ocupadas; en un lado el pertinente vasito de plástico; en otra un libro. ¿Un libro? Fundamentos de fonética francesa. Estaremos de acuerdo en que los 35º grados que este martes caían a plomo a esa hora en el Real dan para hacer locuras, pero ninguna de tanta gravedad como la que traemos a colación. Imagínense al chaval, entre sorbito y tejoleta de queso viejo, página y media de ortofonía en lengua de Molière. Para arrancarse la piel a tiras, vamos. «Yo no iba a venir, que me estoy preparando unas oposiciones para junio, pero me han convencido y he agarrado el libro para repasar en los tiempos muertos». Tiempos muertos. Qué cosa tan atroz, la imagen de ese veinteañero pasando su tiempo muerto en el interior de una caseta estudiando fonética. El otro día decíamos que el común de los mortales vaticinaba una feria la mar de agustito. Sí, pero la canícula de la primavera sevillana (esa maravilla autóctona que confunde entretiempo con ardentía veraniega y que regalábamos al primero que la codiciase) está derritiendo hasta los farolillos. «Mire usted, que se está notando, claro que se está notando, la gente no come tantos churros como otros años, y no es por la crisis, no, es por esta calor tan pegajosa que está haciendo, que la gente no tiene ganas hombre, que se quedan amodorrados en las casetas», comentaba Eduardo en su puesto de la Calle del Infierno, ¿del Infierno? «Aquí por lo menos con el movimiento de los cacharritos corre el viento», apuntaba optimista su compañero mientras ponía el chocolate a punto. Ambiente en el Real de la Feria este martes. / Foto: Pepo Herrera Ambiente en el Real de la Feria este martes. / Foto: Pepo Herrera Desde luego, «como uno venga aquí pensando en la caló y en lo que queda en la cuenta corriente va habiao», clamaba un vigilante de una caseta en Juan Belmonte. «Verá, es que yo no puedo hablar, pero si hablara, aquí hay quien pone muy bien la caseta y luego está tieso para pedir un platito gambas», confesaba acogiéndose al secreto de sumario. Dentro, efectivamente, una jarra de rebujito más estirá que un Calipo de fresa en manos de Carpanta daba la medida de lo cortito que andaban. Será que no era la hora pertinente. La costumbre de estar comiendo todo el santo día se está perdiendo. Todo lo malo se pega; ahora hasta se respetan los horarios de almuerzo y cena. Tampoco es normal ver venir los autobuses llenos a las cinco de la tarde. La imagen daba para montar un tenderete de apuestas:¿Por qué a esa hora?, ¿vienen a tomarse un turrón a la sombra de un naranjo?, ¿a una competición en los coches locos? El calor y la Feria de Abril en Mayo está alterando los ritmos circadianos de la gran fiesta hispalense. Fiesta a la que este año ha acudido una inocua turba de minúsculas mosquitas blancas. ¿Alguien se ha preocupado por cómo estas viven la Feria? ¿Qué sienten, qué anhelan, qué buscan más allá de libar una mijita de la salsa del solomillo al whisky que le acaban de poner por delante? Incomprendidas. Ellas, las moscas. Y también incomprendidos los escandinavos. A saber qué clase de malajoso le había dicho ayer a una idílica parejita finlandesa que la mujer puede ponerse dos rosas blancas, una en cada oreja y una tercera en la cabeza. Tres rosas blancas, tres. No se le veía cara, allí nada más que había pétalos. Pobre mujer florero y pobre finlandés en pantalón corto y mocasines. Pero esto es visto desde fuera, claro, porque ellos parecían pasarlo divinamente en la caseta del PSOE. ¿Saben ustedes que esta es la caseta de un partido político? «No, nosotros no sabemos. ¿Tenemos que irnos?». No, hombre no. Qué difícil tiene que ser venir de tan lejos y aparecer un Martes de Feria por Los Remedios. ¿Qué será lo más parecido a la semana de farolillos que tendrán allá arriba, en Finlandia? ¿La verbena del Mar Báltico? Lo desconocemos, como también desconocemos el origen del pan que utilizan los feriantes para hacer gazpacho y nadie se ha preocupado por saber si son bollos duros o una recolecta de migajones abandonados y previamente saborizados en los cestitos de la mesas. Lo que da de sí la gastronomía en la Feria. Paseando ayer por el Real caímos en la cuenta del gran damnificado de este año:el caldito. ¿Quién quiere un caldito con este calor?, ¿quién se ve capaz de echar ahí dentro tan tórrido brebaje sin temor de que el estómago comience a soltar tacos? «Ayer [por el lunes del pescaíto] tuvimos que tirar casi todo porque nadie lo pedía», confirmaba un camarada de La Pecera. «La gente antes se pide un agua con gas que un caldito, fíjese como estará la cosa», decía otro camarero. Son las pequeñas intrahistorias de una Feria de Mayo «que, digo yo, que para el año que viene, para compensar, el alcalde podía hacerla en Marzo», decía, en clara confabulación con el caldito. Conforme avanzaba la tarde, el Real iba tomando color, insistimos, bastante antes de lo habitual. «Con esta temperatura, la Feria hay que tomársela sorbito a sorbito, para que no canse», recomendaba un vendedor de helados tirando de metáfora. Ya lo saben, sorbito a sorbito.

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