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Un camino para otros 200 años

La peregrinación extraordinaria de Triana abarrota el pueblo de Almonte en un día para la historia de la devoción rociera.

el 26 ene 2013 / 11:26 h.

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Triana difícilmente olvidará la Candelaria de 2013. La filial más antigua de la capital protagonizó un día histórico al estrenarse en el Camino de la Virgen para conmemorar sus 200 años de vida. Casi once horas de peregrinación fueron necesarias para alcanzar la blanca fachada de la parroquia almonteña y recibir la bendición de la Blanca Paloma.

Aún no había despuntado el alba por la marisma, cuando los primeros cohetes rasgaban el cielo de El Rocío y el tamborilero tocaba diana. En el patio principal de la casa de hermandad trianera, Mimoso y Pataleto asumían la responsabilidad del tiro de la carreta en una peregrinación invernal, muy distinta de la de Pentecostés. La primera parada fue en la puerta de la casa, donde con puntualidad suiza (8.30 horas) quedó entronizado el Simpecado de la Virgen Chiquita.

Empezaba así "un día grande", como apuntaba desde lo alto del caballo el hermano mayor, Manuel Alcantarilla: "El Rocío está a tope desde el viernes. Almonte está muy ilusionado y se está volcando con nosotros, pues estamos viviendo una peregrinación única, que nunca antes ha sucedido en la historia". Y así fue. Por primera vez Triana dejó de lado los arenales de la Raya Real y se adentró por un camino nuevo para ellos, aunque bastante conocido por la Virgen pues el que toma cuando viene a Almonte cada siete años. La última vez fue en agosto.

Miles de personas -muchas llegadas en autobús fletados desde primera hora de la mañana de Sevilla- desempolvaron los botos y el pañuelo para, vara de romero en mano, salir al encuentro de la Blanca Paloma. El tiempo finalmente acompañó, pues, pese al frío de las primeras horas, la jornada resultó soleada y apacible. Eso sí, algunas zonas del camino conservaban las huellas del mal tiempo de los días anteriores. Era el caso del camino de las parcelas, enfangando y difícil de pasar. Sin embargo, ello no fue obstáculo para que los trianeros mostraran su veteranía en caminos y rocíos vividos. "Esto no tiene nada que ver con la peregrinación de mayo. Aquí es un día y no hay que hacer noche. Esto no es nada", reconocía Antonio, uno de los trianeros que lució traje corto para engrandecer el acto del bicentenario.

Otros, por el contrario, aprovecharon cada paso del camino -con sus silencios y momentos de arrebato con las sevillanas- para recuperar la memoria de los seres queridos: "Mi padre murió hace dos años, pero hoy viene conmigo. Llevo su medalla anudada a la mía en el cuello. ¡Qué mejor compañía! A él le debo la devoción por la Virgen del Rocío, por eso quiero ofrecer esta peregrinación por todos los que nos enseñaron a quererla y, por desgracia, ya no están con nosotros", confesaba Ana entre lágrimas y sin perder el paso de la carreta.

Poco antes de las dos de la tarde, la nutrida comitiva alcanzaba la residencia del Pastorcito, justo a la entrada de Almonte. Desde Facebook el hermano mayor de la Hermandad Matriz de Almonte felicitaba a Triana por su aniversario: "Mis mejores deseos para la peregrinación que emprendéis hacia Almonte, ante la Virgen del Rocío", expresaba un exultante Juan Ignacio Reales.

Precisamente, a esa hora, el Ayuntamiento almonteño activaba el dispositivo especial en la población para garantizar la seguridad de los peregrinos y de todos aquellos que se acercaron a contemplar la entrada de Triana por el Chaparral.

Los primeros en llegar fueron los jinetes, "un batallón", pues a los de la hermandad se sumaron muchos otros de Almonte que quisieron participar de la celebración. "No te puedo especificar, pero va un número bastante grande. Una barbaridad", resumía Alcantarilla, ya más tranquilo, al verse ya en el pueblo a la hora prevista: las 16.30 horas. Poco a poco la marea verde fue tomando las principales arterias de una población "atestada de gente" desde la mañana.

El discurrir por Almonte resultó bastante complicado. La carreta apenas podía avanzar por la cantidad de gente que llevaba delante. Tanto es así que estuvo parada un cuarto de hora en una de las esquinas de la plaza de la Virgen del Rocío. Ello hizo que cayera la noche, y que la espera, a pie parado, se hiciera eterna a las puertas de la parroquia de la Asunción.

El reloj de la iglesia daba las campanadas de las siete de la tarde (hora y media después de lo previsto) cuando el Simpecado quedaba de frente con la Virgen del Rocío. Fue el momento más emotivo. Lágrimas, rezos, salves, palmas, vivas... fue una eclosión de sentimientos entorno a la querida carreta. A la mente de muchos venía aquella sevillana de "una hermandad de gloria nació en la Cava..." Esa misma hermandad que cumple 200 años y que cuenta con un legado devocional que ayer mostró de una manera impecable.
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