Salen a la luz las pinturas murales del camarín de la Virgen de la Soledad de Cantillana

La corporación de la Patrona ha descubierto una decoración pictórica oculta y hasta ahora desconocida en este espacio, considerado la última obra barroca de Andalucía

23 feb 2021 / 18:30 h - Actualizado: 23 feb 2021 / 18:35 h.
  • Pinturas murales del camarín de la Virgen, ocultas tras repintes posteriores y que recientemente han salido a la luz (Foto: Hermandad de la Soledad de Cantillana).
    Pinturas murales del camarín de la Virgen, ocultas tras repintes posteriores y que recientemente han salido a la luz (Foto: Hermandad de la Soledad de Cantillana).

El camarín que alberga a Nuestra Señora de la Soledad en su santuario de Cantillana es una obra barroca encuadrada en los últimos años del siglo XVIII. Un exquisito joyero que cobija a la Patrona de la localidad y que, gracias a inesperado desprendimiento en uno de sus elementos, ha desvelado el último de sus secretos, las pinturas murales que permanecían ocultas tras un repinte posterior.

El hallazgo muestra un “interesante conjunto de pinturas y decoraciones murales”, según lo ha definido la cofradía del Viernes Santo. Una decoración pictórica fechable en el siglo XVIII y que permanecía oculta – y desconocida – bajo varias capas de pintura, aplicadas posiblemente en el siglo XIX. Pero, según se ha señalado desde la corporación, además de no ser visibles, se desconocía su existencia, pues si bien el retablo está perfectamente documentado, no hay constancia documental alguna de estas pinturas, de su realización o autoría ni de la fecha en que fueron ejecutadas.

Salen a la luz las pinturas murales del camarín de la Virgen de la Soledad de Cantillana
Nuestra Señora de la Soledad, Patrona de Cantillana, recibe culto en el camarín barroco de su santuario (Foto: Hermandad de la Soledad de Cantillana).

Pinturas de estilo pompeyano mezcladas con la sensibilidad delicada y conventual sevillana

El – casi providencial – desprendimiento de uno de los elementos de madera que conforman las portadas laterales del camarín, y la consiguiente actuación de urgencia para su reposición y fijación, ha posibilitado el inesperado hallazgo, al quedar a la vista “colores y formas muy distintos a los actuales”.

Las catas de limpieza iniciales han sacado a la luz las pinturas, “un prometedor conjunto patrimonial”. Según se ha explicado desde la hermandad de la Soledad, se trata de “decoraciones al temple sobre estuco imitando diferentes mármoles con recuadros y enmarcaciones geométricas, sobre ellas se superponen tallos, cintas, tornapuntas y flores en oro y colores, mezclando de forma genial el primer estilo pompeyano con la sensibilidad delicada y conventual sevillana”.

Salen a la luz las pinturas murales del camarín de la Virgen de la Soledad de Cantillana
Bóveda del camarín de Nuestra Señora de la Soledad de Cantillana, rematada por la paloma del Espíritu Santo (Foto: Hermandad de la Soledad de Cantillana).

Tras el hallazgo – “un descubrimiento en toda regla” – la hermandad ha puesto en marcha un proyecto de estudio, restauración y puesta en valor de la obra en su totalidad. El camarín de Nuestra Señora de la Soledad de Cantillana es una obra en la frontera entre las corrientes artísticas barroca y neoclásica, por lo que se considera la última obra barroca de Andalucía. Si bien el retablo está fechado en 1793, del que se conserva el contrato original firmado con los entalladores José Mayorga y Manuel Cahetano da Cruz, no hay ninguna referencia en el documento a la decoración mural del camarín.

Concepción barroca en un conjunto neoclásico

Responde netamente a la concepción barroca de una sala regia para cobijar a la Virgen decorada con “apliques de talla, pinturas y esgrafiados”, según describe Antonio Rodríguez Babío, delegado diocesano de Patrimonio Cultural. El espacio se cubre “por una bóveda de aristas rematada por el Espíritu Santo en forma de paloma”. Presenta pavimento en mármol y se ilumina mediante un ventanal trasero con vidrieras de colores – que además da al cementerio de la localidad, cobijando así simbólicamente la Patrona bajo su manto las almas de los cantillaneros fallecidos –. Una capa de pintura de tono verde oscuro ocultaba la decoración que ahora ha salido a la luz.

Las pinturas ahora desveladas reafirman el valor y la unidad estética del santuario de Nuestra Señora de la Soledad. Ubicado extramuros de la localidad – hoy ya absorbido por el casco urbano –, supone “uno de los mejores ejemplos de homogeneidad estilística” ejecutado “bajo el prisma estético del neoclasicismo” durante el último tercio del siglo XVIII, y bebiendo de los últimos estertores del barroco, “porque aunque está revestido de lenguaje neoclásico el concepto de camarín tiene un origen netamente barroco”, explican desde la corporación.

Salen a la luz las pinturas murales del camarín de la Virgen de la Soledad de Cantillana
Una de las portadas laterales de acceso al camarín de Nuestra Señora de la Soledad (Foto: Hermandad de la Soledad de Cantillana).

Templo consagrado en 1794

El santuario de la Patrona de Cantillana es un templo diáfano al más puro y genuino lenguaje clasicista. Situado en un punto estratégico, lugar de paso y camino hacia Villanueva del Río y El Pedroso, históricamente ha sido centro de devoción. Inaugurado el 16 de febrero de 1794, se alza sobre la antigua ermita de San Sebastián. En 2019 se cumplieron los 225 años de su bendición e inauguración, efeméride que la corporación celebró con un programa conmemorativo que concluyó con la dedicación del templo por parte del Arzobispo de Sevilla, D. Juan José Asenjo.

Aclamada como protectora de la localidad desde tiempo inmemorial, el clero y el Ayuntamiento solicitaron a la Santa Sede su nombramiento como Patrona en 1919, petición refrendada en 1920. Al cumplirse un siglo, la corporación solicitó el reconocimiento canónico del patronazgo, siendo Nuestra Señora de la Soledad refrendada como Patrona Apud Deum de Cantillana en junio de 2019. Este hecho fue celebrado con una procesión extraordinaria en octubre de dicho año, en la que le fue consagrada a la Virgen la villa de Cantillana y que – a causa de la pandemia – fue hasta la presente la última vez que la Patrona paseó por las calles de la localidad.