2020: Un año sin toros en Sevilla

La emblemática fecha del 12 de octubre puso fin a una temporada que sólo existió sobre el papel

17 oct 2020 / 10:00 h - Actualizado: 17 oct 2020 / 10:06 h.
"Toros"
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El pasado 12 de octubre se tenía que haber celebrado el último festejo de la temporada 2020 en la plaza de la Maestranza. Era el proyectado festival a beneficio de la Bolsa de Caridad del Gran Poder que se habría unido al rico programa de actos –también truncado- preparado por la cofradía de San Lorenzo para conmemorar el IV centenario de la imagen del Señor. No hubo tal; la emblemática fecha se convirtió en el dudoso colofón a un año en blanco que, sin embargo, sí había llegado a escribir su propio guión. Hasta contaba con cartel anunciador, una obra vanguardista y rompedora del creador alemán Albert Oehlen que había sido presentada por la Real Maestranza a comienzos de diciembre de 2019, cuando los rigores del covid aún eran demasiado lejanos.

Presentado el cuadro y después de sacudir la habitual polvareda en torno a los méritos de la obra, 2020 se estrenó –taurinamente hablando- con los dimes y diretes que rodearon la gestación del cartel del Domingo de Resurrección. La calle tenía hecho el suyo: Morante, Roca Rey y Pablo Aguado era la terna natural que se manejaba en todos los mentideros. Pero los vaivenes de la política taurina se encargaron de desplazar el nombre más deseado en torno a las cuitas causadas por la elección –o imposición- de una corrida de Garcigrande para tan emblemática fecha. Con el descarte de Aguado entró en danza el nombre de un torero en trance de reaparición, Alejandro Talavante, que terminó de redondear la combinación pascual desbrozando, de paso, el atolladero de las combinaciones abrileñas.

2020: Un año sin toros en Sevilla
Los carteles de la Feria de Abril fueron presentados el pasado 13 de febrero.

Se presentan los carteles

La Feria de Abril de 2020 estuvo lista a comienzos de febrero. El día 13 del mismo mes era presentada en el habitual acto celebrado en el Salón de los Carteles aunque las combinaciones, que habían circulado en un indiscreto pantallazo que pasó de móvil en móvil la jornada anterior, ya eran archisabidas. Valencia no renunció a prestar el titular más llamativo a la prensa especializada al dar su particular versión de la ausencia de Aguado en Resurrección: “¿Por qué no Garcigrande?”. Quedaba aún un mes para el aire acabara dando la vuelta...

Mientras tanto, los actos habituales de la pretemporada taurina seguían su curso. El día 20 de febrero, dentro de una deslumbrante carpa trasparente instalada en los medios de la plaza de toros, la Real Maestranza de Caballería celebró su tradicional acto de entrega de premios taurinos y universitarios correspondientes a la temporada y el curso anterior. Pero el evento tenía un matiz especial: se celebraba el 350 aniversario del instituto del cuerpo nobiliario. No podía faltar su Hermano Mayor efectivo, el rey Felipe VI, que recibió el calor de las fuerzas vivas de la ciudad, el mundo universitario y todo el sector taurino mientras arreciaba la bronca política y los ataques a la institución desde ciertos sectores sociopolíticos.

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El rey Felipe VI presidió la entrega de premios de la Real Maestranza en el 350 aniversario de su instituto.

En esas fechas ya habían empezado a escamar algunas cosas. Una semana antes del brillante acto celebrado en la Maestranza se había cancelado en Barcelona el ‘Mobile World Congress’ en medio de la incipiente crisis de lo que aún llamábamos coronavirus, ese bichito procedente de un rincón remoto de China al que un señor de pelo alborotado que pronto se haría inevitable –el ínclito Fernando Simón- no le quiso dar demasiada importancia en los primeros compases de este descalzaperros.

El covid-19 entra en danza

Se estrenaba el mes de marzo y la expansión desbocada del virus ya era una certeza irrebatible que no impidió que el gobierno –en un ejercicio de incomprensible irresponsabilidad- permitiera celebrar las manifestaciones feministas del día 8. Se había alcanzado un punto de no retorno y sin solución de continuidad –el mismo día 10- se suspendieron las Fallas de Valencia y, con ellas, toda la programación taurina prevista, incluyendo la reaparición española Roca Rey en España, que llevaba sin actuar en la piel de toro desde la feria de San Fermín de 2019.

Carmelo García había organizado una corrida de Morón de la Frontera que tenía que haberse celebrado el siguiente fin de semana, el 14 de marzo. Pero ese festejo también cayó en el mismo embite. El día 15, un día después de saber que la Semana Santa tampoco se celebraría, se cerraron las taquillas de la plaza de la Maestranza por dos semanas que acabaron –como el propio estado de alarma que se acababa de decretar- siendo la eternidad...

A partir de ahí, los acontecimientos se desataron. Ramón Valencia suspendió la Feria de Abril y advirtió nítidamente que, en cualquier caso, la temporada no empezaría con las novilladas previstas en el abono. En esos momentos de zozobra –la celebración en el Real de Los Gordales también había quedado fulminada- se llegó a valorar la celebración de una semana de toros en torno a la festividad de San Miguel. No pasaron demasiados días –fue el 24 de marzo- antes de que la empresa Pagés volviera a la palestra emitiendo un comunicado en el que expresaban su intención de retomar el hilo de la temporada “lo antes posible”. Pero el abono presentado en febrero se daba por cancelado a la vez que la empresa anunciaba la devolución íntegra de su importe. En caso de volver a dar toros, se partiría de cero...

Avanza el confinamiento

La pandemia, sin freno, estaba haciendo estragos y la propia Maestranza cedió los equipos de respiración de la enfermería de la plaza de toros al Ministerio de Sanidad. Y empezó a pasar el tiempo... La Semana Santa transcurrió con la gente metida en casa, sin cofradías en la calle y con los templos cerrados. El día 12 de abril, Domingo de Resurrección, tampoco hubo pregón taurino. Lo tenía que haber pronunciado el escritor y académico catalán Félix de Azúa después de ser presentado por Mario Vargas Llosa. Pero, más allá del Lope de Vega, la mirada de los aficionados estaba puesta en las puertas de la plaza que quedaron selladas. Y así siguen...

Morante, Talavante y Roca Rey no hicieron el paseíllo en aquella tarde para estoquear el traído y llevado encierro de Garcigrande. Una semana después tenía que haberse celebrado la corrida de oportunidades que debía servir de nexo con el definitivo ciclo continuado que, si el virus no lo hubiera impedido, habría arrancado el miércoles 22 de abril. Pero la noche del sábado siguiente tampoco hubo farolillos encendidos en el Real de Los Remedios. La fiesta había quedado pulverizada –reducida a celebraciones íntimas y al tonteo de algunos balcones- mientras la primavera plena estallaba lejos de la estrechez de los pisos. El calendario siguió su curso mientras seguían evaporándose, uno a uno, los festejos previstos en el abono y se sucedían las prórrogas del estado de alarma que concluyó -dejando un rastro de miles de víctimas y la economía hundida- el pasado 22 de junio. Había llegado una pretendida “nueva” normalidad que sigue siendo de todo menos normal...

La truncada reactivación del negocio taurino

Mientras tanto, en la Junta de Andalucía se querían dar algunos pasos para favorecer la calamitosa situación del negocio taurino, que había quedado paralizado por completo en los meses que abarcó el estado de alarma. Entre tiras y aflojas –se había propuesto una polémica reducción de efectivos en las cuadrillas- y con el telón de fondo de las cuitas internas del sector, se alcanzó un acuerdo que implicaba la reducción de honorarios de los hombres de plata y, sobre todo, la posibilidad de volver a abrir las plazas de toros al 50% de su aforo.

En ese nuevo marco normativo se empezó a desesperezar el sector. Se organizaron las corridas de Osuna y Estepona; se montó la miniferia de Colombinas –con la inexplicable negativa de no pocas figuras-, se anunció la Goyesca de Ronda –incluyendo el demorado duelo de Roca y Aguado que sigue aplazado- y se puso en pie la famosa y polémica corrida de El Puerto de Santa María en la que José María Garzón unió los nombres de Enrique Ponce, Morante de la Puebla y Pablo Aguado.

Aquella corrida, ya se ha contado mil veces, marcó un antes y un después por las imágenes que reflejaban el lleno aparente de sus tendidos. La polémica interesada que siguió a su celebración –en la que no faltó un inaudito fuego amigo- acabó salpicando a la propia Junta de Andalucía que revocó sus propias normas exigiendo una distancia mínima de metro y medio de espectador a espectador que, en la práctica, ponía en serios aprietos la viabilidad económica de la mayoría de los festejos. La alegría, como en la casa de los pobres, había durado poco.

A vueltas con San Miguel

Un mes antes de esa nueva normativa ya se venía rumoreando que Ramón Valencia acariciaba recuperar los carteles de San Miguel presentados en febrero. A saber: el día 26 de septiembre se anunciaban Enrique Ponce, José María Manzanares y Roca Rey con un encierro de Victoriano del Río; al día siguiente, con toros de Juan Pedro Domecq, era el turno de Morante, Urdiales y Pablo Aguado, uno de los carteles de mejor química de esta temporada truncada. La primera intención –en vista de entusiasmo inicial- pasaba por esperar a una ampliación al 75% del aforo permitido pero después trascendió que los Pagés estaban resueltos a abrir la plaza a finales de septiembre con el 50% decretado en un principio.

Ni una cosa ni otra. El famoso metro y medio acabó fulminando esos planes que, ojo, nunca llegaron a ser confirmados oficialmente. Sí lo fue su cancelación, el día 14 de agosto, dando carpetazo al asunto y argumentando que la presentación de esas combinaciones era inminente. Pagés justificaba la suspensión a través de un comunicado que aludía a las normas de la Junta pero también señalaba que esa decisión se había tomado “como consecuencia de recientes acontecimientos" en clara alusión a esa corrida de El Puerto de Santa María colocada en la diana de los pesos pesados de ANOET. En ese punto se había acabado la temporada sevillana que no traspasó el papel en el que fue presentada. Ni siquiera había empezado.