Observatorio taurino

Marco Pérez: crónica de un impacto

La presentación del becerrista salmantino en la plaza de la Maestranza, saldada a hombros por la Puerta del Príncipe, ya figura por derecho propio en los anales del propio coso

17 oct 2022 / 12:21 h - Actualizado: 17 oct 2022 / 12:25 h.
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  • El jovencísimo becerrista culminó así su debut en la plaza de la Maestranza. Foto: Arjona-Pagés
    El jovencísimo becerrista culminó así su debut en la plaza de la Maestranza. Foto: Arjona-Pagés

El triunfo de Marco Pérez trascendió de la plaza, del ambiente taurino, de los rincones de este mundillo que rara vez rompe sus propias costuras. ¿Fuiste al festival del Gran Poder? ¿Fue tanto lo del niño? Las preguntas siguen siendo recurrentes y sirven para certificar la magnitud del impacto, que ha llegado a la calle. Había sido una apuesta personal de Emilio Muñoz, catalizador del cartel y máximo responsable de la organización de un evento que se había hecho esperar por culpa de la pandemia. Hubo que salvar algún vericueto administrativo –la híper reglamentación de todos los resortes de la vida doméstica es una auténtica rémora- para que la actuación del chico, resuelta a modo de clase práctica sumada al festejo propiamente dicho, pudiera llegar a buen fin...

La ‘parte seria’ del evento, que colgó el cartel de ‘no hay billetes’ en la plaza de la Maestranza, se había resuelto con una faena de esplendores de Pablo Aguado, triunfador indiscutible de la fase ‘senior’. Pero todo quedaría borrado por la ecuación de capacidad, frescura, inteligencia, sentido de la escena y de la estética y el valor que deslumbró al público sevillano. Son virtudes que suelen adornar a toreros distintos pero que recaían –todas juntas- en un joven aspirante que acababa de cumplir quince años. La plaza iba a convertirse en un volcán de emociones...

Apoteosis

El eco de su actuación fue impresionante, de esos mazazos que se cuentan con los dedos de las manos en la vida de un aficionado. Desde que cruzó el inmenso ruedo para recibir al becerrote de Jandilla hasta que cruzó a hombros la Puerta del Príncipe brindó a los espectadores la sensación de vivir una excepcionalidad, un auténtico hecho histórico. La vida y el toreo dirán si en el anochecer de ese 12 de octubre se estaba asistiendo a la génesis de una futura gran figura. No conviene olvidar una cosa. Marco sabe administrar un factor que hoy juega a su favor: tiene quince años pero aparenta menos. Esa circunstancia, que no disminuye ni un ápice las virtudes que le adornan y la dimensión de su grandioso triunfo, sirve de amplificador de todo lo que hace delante de las reses.

Marco Pérez: crónica de un impacto
Emilio Muñoz y Espartaco, dos toreros precoces, en sus inicios profesionales.

No es difícil evocar al más joven Gallito –que tomó la alternativa con 16 años- cuando asombraba a los aficionados más encopetados de la época con la precocidad y la sabiduría de un elegido. El último rabo cortado en la plaza de la Maestranza en un festejo a pie lo paseó Paco Ruiz Miguel el 25 de abril de 1971. Se lo había cortado a ‘Gallero’, un toro de Miura que le hizo saltar de órbita marcando el rumbo de su vida taurina. Pero habría que ir mucho más lejos para encontrar un caso similar al de Marco Pérez. Lo recordaba Carlos Crivell días atrás: hay que retroceder hasta 1937 para encontrarnos con una actuación de becerrista premiada con un rabo en la plaza de la Maestranza. Lo cortó Antonio Bienvenida, vestido de luces y a un eral de Juan Belmonte, el 11 de julio de 1937 toreando una corrida mixta con sus hermanos Manolo y Pepe a beneficio de la reconstrucción del acorazado ‘España’. Como Marco Pérez tenía quince recién cumpliditos...

Esa senda de la precocidad también la han transitado otros toreros como el propio Emilio Muñoz o Espartaco, toreros infantiles bajo la batuta de sus respectivos progenitores. En el mismo hilo, con unas circunstancias vitales muy distintas, se puede colocar a Joselito Arroyo, que también accedió al doctorado con sólo dieciséis años en un momento de mayor relajación en asuntos reglamentarios. En Sevilla, sin ir más lejos, aún se recuerda el impacto causado por El Juli –se doctoró en Nimes sin haber cumplido aún los 16 años- cuando se presentó siendo sólo un niño en la Hacienda El Vizir, cerca de Espartinas. Fue sacado a hombros por el gran banderillero Chaves Flores...

En otra plaza, a la misma hora...

Los vericuetos del toreo quisieron que ese mismo día, en otra plaza, casi a la misma hora, se celebrara otro festejo trascendental para entender una de las líneas argumentales de la temporada 2022. Roca Rey selló su campaña saliendo a hombros por la puerta grande de la plaza de Las Ventas. También lo hizo otro matador de la nueva hornada, Francisco de Manuel. Más allá de los dimes y diretes que suelen acompañar la concesión de trofeos, el triunfo del matador peruano ponía la última gema a su corona de gran triunfador del año pero, sobre todo, a esa condición de primerísima figura del toreo. El cetro simbólico ya lo había elevado en Bilbao, una de esas tardes que se marcan a fuego en la historia de un torero pero que también sirvió, aunque sólo fuera por un día, para recuperar la antigua trascendencia del anillo del Bocho. Roca es el amo.

Pero la corrida de la Hispanidad de Madrid encerró otras claves como el fracaso estrepitoso de Alejandro Talavante que contempló impasible como le tocaban los tres avisos en el confín de una temporada aciaga en la que casi nada le ha salido como se había pensado o soñado. Ese numerito, el de los avisos, ya lo había protagonizado José Tomás con un toro de Adolfo Martín, hace más de veinte años. Fue antes de que su retirada estratégica pusiera los cimientos de la leyenda viva que hoy es. El espejo del diestro de Galapagar, precisamente, envenena los sueños de Talavante que no se ha acercado, ni de lejos, al altísimo concepto que tiene de sí mismo. Decidido a elevar su caché y convertirse en nota al margen también había escenificado un breve exilio que elevara la expectación de su retorno. Nada ha salido a derechas y la realidad ha sido tozuda. No deja de ser una figura. Una más. Las empresas le van a esperar.

Hay más conclusiones que sacar: a los festejos de Sevilla y Madrid se unieron los que se celebraron en otras dos plazas de primera, las de Valencia y Zaragoza, además de . Sea con o sin el cambio climático que se cacarea, lo cierto y verdad es que el verano se alarga, el otoño se retrae y el mes de octubre empieza a exhibirse como un escenario inmejorable para ampliar o mudar algunos festejos de la temporada. El asunto da para reflexionar...

Nos vamos ya, felicitando al banderillero sevillano Juan García que ha colgado el traje de luces al llegarle la edad reglamentaria. Fue un tercero eficaz que se cruzó España unas cuantas veces, especialmente a las órdenes de Rivera Ordóñez. En los últimos años había encontrado cierto refugio como puntillero de la plaza de la Maestranza, relevando a Enrique Lebrija. La última ha sido en Jaén. Tiene rastra detrás para perpetuar su nombre. Enhorabuena.